miércoles, 29 de mayo de 2013

Reliquias - Capítulo V - Luz y Oscuridad hacen Armonía



Capítulo V
Luz y Oscuridad hacen Armonía

Carlos abrió el pergamino que le había entregado Gardross y se sorprendió mucho al descubrir qué era, gritó a pleno pulmón su contenido:

- Ha'mae! - "Armonía" en el Idioma perdido de La Espiral.

Pudo contemplar como los dos Seguidores caían al suelo y como la palabra del papel se desvanecía, junto a la Hidra Oscura y como a su recuerdo de la palabra. No podía recordarla. Se acercó a los cuerpos tendidos en el suelo. Estaba realmente agotado después del hechizo que había lanzado y del hechizo que había estado a punto de lanzar. Se arrodilló y le quitó la capucha al primero. Era un chico, moreno. Se acercó a la segunda figura. Carlos casi se murió de la sorpresa. Era la Portadora de Tinieblas. Se llamaba Mónica. Debía destruirla. Fue a lanzar un hechizo para destruir su cuerpo y alma cuando abrió los ojos y todo desapareció de allí.




Se encontraba en el vacío, flotando. En frente tenía a Mónica. No podía moverse. Solo hablar. Era el corazón de La Espiral. Un lugar que pocos habían visitado, donde solo se podía dialogar. Solo se podía decir la verdad en él, y si aparecías allí era porque tendría alguna importancia.

- ¿Qué hacemos aquí? - dijo Carlos tartamudeando.

- El Ojo de Bartolomé. Ambos lo buscamos.

- ¿Cómo sabes...? - se preocupó de que supiese más cosas.

- Lo puedo ver... Aquí. Debemos buscarlo para detener esta lucha eterna entre Luz y Oscuridad. Para recomponer la Armonía y la reconstrucción de las siete escuelas originales.

Ocurrió algo inesperado. Empezaron a aparecer los símbolos de las escuelas en el aire: Fuego, Hielo, Tormenta. Vida, Muerte, Mitología. Armonía.
Apareció un Ojo y se desvaneció. Una voz irrumpió en la sala:

- Escuchad atentamente, porque este será vuestro futuro: Primero, iréis al lugar donde una mente ve pero los ojos no. Segundo, no os fieis de vuestros conocidos más cercanos, pueden pretender algo que vosotros querréis impedir a toda costa. Tercero, deberéis estar juntos para vencer y tener al otro Portador en vuestra compañía para que os lleve en buen camino. Cuarto, en el último momento fracasaréis, pero ganaréis una victoria, vital para la supervivencia de La Espiral. Quinto, deberéis continuar y aliaros para vencer, pero vuestros amigos y familia os rechazarán durante vuestro trayecto. No intentéis convencerles. Por último, Mónica, pronto algún suceso ocurrirá a la Oscuridad como para que a la Luz se le acuse de ello y comenzará una guerra, el Ojo puede impedirla. Buena suerte...

La voz se desvaneció y supo que no tenía alternativa. Era un oráculo. Contemplaba a Mónica que estaba pasando un mal momento. Carlos dijo lo mejor que pudo:

- ¿Aliados? - le tendió la mano.

Ella le miró con inseguridad pero al final dijo:

- Aliados. - le estrechó la mano.

Ambos sonrieron, algo incómodos. Carlos despertó en el barro del jardín zen y vio como Mónica se levantaba. Carlos se levantó y se quitó el barro de la túnica, mientras el otro chico se levantaba. Reparó en mi presencia y empezó a murmurar un hechizo cuando Mónica le detuvo gritando:

- ¡No!

Le explicó lo ocurrido y el chico, que decía ser Cardama, ponía mala cara y asentía. Entonces Mónica dijo:

- Debemos traer al Portador de Luz. - Carlos asintió y dijo que sería buena idea cenar algo a cubierto. Se pusieron bajo el techo de una pagoda y prepararon la cena mientras Carlos escribía una carta a Gardross.

"Estimado Gardross:

Necesito que me traigas a Enrique. Han surgido complicaciones, cuanto antes mejor. No puedo darte motivos, no quiero que esto caiga en malas manos.

Un cordial saludo,
Carlos."

Firmó y selló la carta. Usó el telentransporte para enviar la carta, cosa que gastó mucha energía suya. Comió vorazmente mientras la cena era silenciosa, incómoda. Cardama tenía la mirada perdida en el horizonte, en las estrellas que llenaban el cielo.

- ¿Pasa algo? - preguntó. Hubo un largo silencio y entonces se dio cuenta de que le había preguntado algo.

- Nada. - Asintió, se levantó y se fue.

- Déjalo, es así de raro... A veces hace esas cosas - me explicó Mónica - ¿Haces tú la primera guardia?

- Vale.

Carlos se levantó, Mónica se tumbó y poco a poco se durmió. Cardama no volvió en toda la noche y Carlos no se preocupó, pero a veces, hay que preocuparse.

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