sábado, 18 de mayo de 2013

Reliquias - Capítulo III - Ashe




Capítulo III:

Ashe


- Gracias. - Le miró y antes de que dijese nada se fue, dejándole con la palabra en la boca.

Enrique se quedó mirando con tristeza cómo se alejaba Carlos de allí, sabía cómo se debería de sentir en aquel momento, pero había sido duro con él. Quería ir corriendo a su habitación a despedirse de él pero una voz detrás dijo:

- ¡Bueno! Así que eres el Portador de la Luz.- Se dio la vuelta y se encontró con Ashe. - ¿Qué ha pasado ahí dentro?

- A Carlos casi lo sentencian a muerte. - Ashe se sorprendió - Lo han enviado a una misión especial.

- Ha debido de ser algo muy grave. - Dedujo que no quería hablar del tema, se lo agradeció silenciosamente. - ¿Quieres conocer el Palacio de Luz? - Asentí.

Ashe le guio por muchos correderos y salas. Se detenía en algunas explicándole un poco de ella. "Esta es la Sala del Conocimiento, en ella solo pueden entrar unos pocos. Si entras sin autorización te podrías volver loco." o "Ahí no entres jamás. Es la Biblioteca de los Sabios, para eso ve a la otra, la Biblioteca de Luz, porque en esta los bibliotecarios son muy quisquillosos, y por una gota de sudor en un libro o un solo rasguño te castigarán." o, tal vez, "Oh, este lugar es genial, un día debemos venir más tiempo. Es la Sala del Tiempo. En ella podemos ver diferentes acontecimientos de la historia pasada, y en el centro hay un portal que lleva a la Sala del Espacio, donde acabas en una sala... Bueno, ya verás." Todas las explicaciones de Ashe eran parecidas. La verdad, Ashe le caía bien. Le parecía muy vivaracha, alegre, simpática y divertida.


Salieron a fuera. El exterior era de un esplendor maravilloso. Los jardines recorrían cada centímetro del Palacio. Unos arcos inundaban el lugar, junto a columnas, pequeñas fuentes, luces flotantes y cascadas que caían al vacío. Ashe le guió hasta un lugar que no se parecía en nada a lo que había alrededor. "Este es el Campo de Entrenamiento, mañana empezarás con las clases. Espero que no te toque con Harrem, es muy duro. Aprenderás muchas cosas, ya verás." Después le sonrió y dijo:

- ¡Oh! Se me ha olvidado un lugar.

Le llevo casi arrastrándole por los caminos de piedra blanca hasta una plaza con una fuente enorme en medio. En ella había diferentes puestos y edificios en los que ponía: "Restaurante del Dinosaurio Rosa, ¡Ven y prueba nuestra deliciosa comida!" o "Utensilios Ben y Harry, todo en magia y objetos comunes." Le exclamó alegre:

- ¡Vamos a cenar algo al Restaurante del Dinosaurio Rosa, ya empieza a ser tarde! - Entonces le miró con mala cara - Se me olvidaba, no tienes oro...

- No - se avergonzó ligeramente. - ¿Cómo consigo?

- Fácil, - le guiñó un ojo - haciendo trabajillos para la gente, fabricando cosas y vendiéndolas... Hay muchas maneras, por ejemplo, yo vendo ropa - le sonrió - Si quieres un día te la enseño y te regalo lo que quieras.

- Oh, gracias... Qué detalle - sonrió y ella se rio.

- ¡Venga, vamos, te invito a lo que quieras!

Le cogió de la mano y le llevó corriendo a la puerta del Dinosaurio Rosa. Por dentro era una alegre taberna con gente sentada bebiendo y comiendo. Reían, jugaban y charlaban. La comida parecía muy apetitosa. Ashe se acercó al tabernero:

- ¡Hola Yagui! - Era un muchacho mayor que Enrique, calculaba unos 20, moreno y sonriente, le miró con buena cara.

- ¿Quién es? Nunca le había visto.

- Oh. - Le miró y dijo - Se llama Enrique, viene de Ávalon. Es su primer día.

- Hola - Le saludó.

- ¡Ah, bueno! Todos tenemos el primer día... Todo nos parece raro, pero hay que ser agradable con la gente nueva. ¿Eh? - Enrique le sonrió.

Después Ashe pidió para ambos deliciosa bebida a la que llamó Néctar de Hada, sabía dulce y estaba frío. Llevaba nata encima. Enrique se relamió, y vino un camarero pelirrojo con un cazo de comida caliente muy apetitoso. Se lo comió todo vorazmente. Ashe pagó y se fueron a fuera. Ya era de noche.

- Bueno... Deberías irte a dormir pronto. Mañana será un día duro.

- Muchas gracias, Ashe. Has sido muy amable conmigo.
Entonces ella sonrió y le dijo:
- Bueno, para eso están los amigos. - Se despidió y se alejó dando saltitos alegres.

Enrique sonrió y se dirigió a su habitación. Abrió el armario y se lo encontró con mucha ropa. Había una nota:

"Te he dejado lo necesario, ropa, oro, higiene... Aunque alguna que otra cosa más. Por las molestias. Un saludo, Gardross."

Dejó la nota y se puso el pijama. Había sido un día agotador, pero tan agradable... Se tumbó en la cama, y a pesar de no parar de pensar en Carlos y su mala suerte, su último pensamiento iba dirigido a Ashe.


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