Capítulo I
El Lugar Secreto
Una gota
caer sobre el suelo era el único sonido que Mónica en ese momento escuchaba. Se
encontraba sentada en un rincón de la cueva que sólo ella conocía y que no
dejaría que ningún Seguidor la encontrase jamás. Era para ella, y sólo para
ella.
Su pelo
largo pelo negro caía sobre su hombro y conjuntaba con su larga túnica negra
con líneas blancas que significaban que era La Portadora de Tinieblas. No
soportaba que la gente le dijese que debía destruir a los Seguidores de la Luz,
si tenía que hacer algo, que si lo otro… De todos modos no tenía opción.
Sabía que
debía destruirlos… Al fin y al cabo querían romper el equilibrio actual de la
Espiral y devolver la Magia a todos los seres y mundos. Sabía que la Magia
debía permanecer para aquellos que sabían controlarla y así evitar el Caos.
Seguramente
la estarían buscando en aquel mismo momento, pero no le importó, quería estar a
solas. Le gustaba quedarse sentada en una esquina de la cueva, era su lugar
favorito de toda Obsuritam. Desde aquel lugar podía contemplar un bonito
espectáculo entre estalactitas y estalagmitas. Había una cavidad, a modo de
ventana desde que se podía contemplar un bonito paisaje en el que se mezclaban
corrientes de Oscuridad que se introducían en un foso del que salía un destello
azul y salían despedidas bolas de tonos azules. Como si fuesen pequeñas hadas
revoloteando.
Al menos eso
ellos la habían contado, porque nunca había salido de Obsuritam. La habían
entrenado desde pequeña para destruir a la Luz. Su entrenamiento seguía y
seguía, monótonamente, todos los días. Estuvo mirando y mirando hasta que vio
un par de figuras hablando. El eco le traía su voz:
- Sí, sí… Debemos destruirla… Muy
poderosa.
- ¿Cuándo?
- En cuanto les destruya.
- ¿Y el chico de la Luz?
- Supongo que planean destruirlo
también.
Las figuras
se alejaron poco a poco en la oscuridad. Se quedó con el cerebro embotado. No
comprendía lo que acababa de oír. ¿También? ¿Se referirían a ella? No lo
gustaría saberlo. Corrió a su cuarto lo más rápido que pudo. Recogió un par de
cosas y se las metió en una mochila. Cogió su báculo, su capa, y otros
utensilios mágicos y salió lo más disimuladamente posible. Anduvo como si
estuviese lista para una expedición a la que le hubieran mandado, al menos eso
diría si alguien la preguntaba.
El Palacio
Oscuro era muy grande. Era el corazón de Obsuritam, donde solo se reunían unos
pocos. Estaba lleno de correderos, salones y habitaciones. Por suerte su
habitación no estaba muy lejos de la puerta principal. Se encontró con un par
de personas a las que saludó y continuó ignorándoles.
* * *
Se
encontraba en el Puente Oscuro reflexionando sobre adónde iría. No tenía adónde
ir. Pero su objetivo seguía bien claro: La Puerta de la Espiral de Obsuritam.
No le quedaba mucho. Ya estaba bien cerca…
* * *
Se
encontraba en frente de la Puerta meditando dónde ir. Debía darse prisa, ya
deberían haber notado que ella no tenía ninguna expedición y que se había
escapado. No podía permitirse esperar. Decidió que lo mejor era irse a un mundo
cualquiera. Rebuscó en su mochila y encontró la llave de MuuShu. La introdujo
en la cerradura y giró. Abrió la Puerta e iba a entrar cuando una voz joven
detrás de ella dijo:
- No tan rápido.
Se quedó
helada al adivinar de quién era la voz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario