sábado, 11 de mayo de 2013

Reliquias - Capítulo I - El Lugar Secreto


Capítulo I

El Lugar Secreto



Una gota caer sobre el suelo era el único sonido que Mónica en ese momento escuchaba. Se encontraba sentada en un rincón de la cueva que sólo ella conocía y que no dejaría que ningún Seguidor la encontrase jamás. Era para ella, y sólo para ella.
Su pelo largo pelo negro caía sobre su hombro y conjuntaba con su larga túnica negra con líneas blancas que significaban que era La Portadora de Tinieblas. No soportaba que la gente le dijese que debía destruir a los Seguidores de la Luz, si tenía que hacer algo, que si lo otro… De todos modos no tenía opción.

Sabía que debía destruirlos… Al fin y al cabo querían romper el equilibrio actual de la Espiral y devolver la Magia a todos los seres y mundos. Sabía que la Magia debía permanecer para aquellos que sabían controlarla y así evitar el Caos.



Seguramente la estarían buscando en aquel mismo momento, pero no le importó, quería estar a solas. Le gustaba quedarse sentada en una esquina de la cueva, era su lugar favorito de toda Obsuritam. Desde aquel lugar podía contemplar un bonito espectáculo entre estalactitas y estalagmitas. Había una cavidad, a modo de ventana desde que se podía contemplar un bonito paisaje en el que se mezclaban corrientes de Oscuridad que se introducían en un foso del que salía un destello azul y salían despedidas bolas de tonos azules. Como si fuesen pequeñas hadas revoloteando.

Al menos eso ellos la habían contado, porque nunca había salido de Obsuritam. La habían entrenado desde pequeña para destruir a la Luz. Su entrenamiento seguía y seguía, monótonamente, todos los días. Estuvo mirando y mirando hasta que vio un par de figuras hablando. El eco le traía su voz:

-              Sí, sí… Debemos destruirla… Muy poderosa.

-              ¿Cuándo?

-              En cuanto les destruya.

-              ¿Y el chico de la Luz?

-              Supongo que planean destruirlo también.

Las figuras se alejaron poco a poco en la oscuridad. Se quedó con el cerebro embotado. No comprendía lo que acababa de oír. ¿También? ¿Se referirían a ella? No lo gustaría saberlo. Corrió a su cuarto lo más rápido que pudo. Recogió un par de cosas y se las metió en una mochila. Cogió su báculo, su capa, y otros utensilios mágicos y salió lo más disimuladamente posible. Anduvo como si estuviese lista para una expedición a la que le hubieran mandado, al menos eso diría si alguien la preguntaba.

El Palacio Oscuro era muy grande. Era el corazón de Obsuritam, donde solo se reunían unos pocos. Estaba lleno de correderos, salones y habitaciones. Por suerte su habitación no estaba muy lejos de la puerta principal. Se encontró con un par de personas a las que saludó y continuó ignorándoles.

* * *

Se encontraba en el Puente Oscuro reflexionando sobre adónde iría. No tenía adónde ir. Pero su objetivo seguía bien claro: La Puerta de la Espiral de Obsuritam. No le quedaba mucho. Ya estaba bien cerca…

* * *

Se encontraba en frente de la Puerta meditando dónde ir. Debía darse prisa, ya deberían haber notado que ella no tenía ninguna expedición y que se había escapado. No podía permitirse esperar. Decidió que lo mejor era irse a un mundo cualquiera. Rebuscó en su mochila y encontró la llave de MuuShu. La introdujo en la cerradura y giró. Abrió la Puerta e iba a entrar cuando una voz joven detrás de ella dijo:

-              No tan rápido.

Se quedó helada al adivinar de quién era la voz.





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